- Dirección: En el vértice del término municipal, haciendo cotera con los términos de Zarzuela del Monte y Vegas de Matute, y al pie de las estribaciones de los Calocos.
San Antonio es un santo muy admirado en muchos municipios, y no sólo en España, sino también en otros países, sobre todo en América del Sur, como Venezuela, Chile o Argentina. Y cómo no, en Portugal, pues nació en Lisboa; y en Italia, ya que falleció en Padua.
En realidad se llamaba Fernando y nació en Lisboa. "Cambió" de nombre, de Fernando a Antonio y de orden, de agustino a franciscano, pues fue amigo de San Francisco. Y como murió en Padua, de ahí viene San Antonio de Padua.
En esa ciudad italiana, en una Basílica preciosa, descansan la mayor parte de sus restos. Pero los vecinos, que aquí le llaman San Antonio del Cerro, tienen el honor de custodiar también un "trozo" de su bendito cuerpo en un relicario cruciforme. Con sello lacrado.
A 3 kms del pueblo se haya esta bella ermita rodeada de bosque hasta donde alcanza la vista.
La ermita primigenia data de finales del siglo XVI.
Llama especialmente la atención su fachada barroca de granito, y rematada en una esbelta espadaña de doble cuerpo. En esta misma fachada podemos contemplar un buen ejemplo de esgrafiado. Tan común en Segovia como profano en otras geografías.
En el interior del templo dos columnas soportan arcos de medio punto y dividen el cuerpo en tres naves falsas cubiertas por un techo blanco encalado. A la cabecera, un octógono a la derecha del cual se abre la sacristía. Arriba una bóveda de media naranja de 1742 decorada con pinturas al fresco alusivas a los milagros del Santo.
Tres retablillos neoclásicos adornan la ermita. El principal cobija la buena talla del Santo tan venerado.
A los pies, siempre en el interior y junto a una escalera de madera que da acceso al coro, un misterioso bloque de piedra, con inscripciones casi borradas, que, según parece, al pasar la mano, claro que con Fe, uno encuentra novi@... Misma tradición y poderes se atribuye al hacer sonar la campana en trece ocasiones.
La carroza, vehículo del Santo en las procesiones, y asiento de los más peques para la típica foto junto con el protagonista de esta historia también forma parte del ritual de adoración. Está rematada por la cabeza de "el culebro" que según la tradición raptaba a los niños del pueblo, siendo liberados por el Santo.
En fin, reune naturaleza, historia, arte y religión